Apenas tenía siete años, cuando comencé a hacer preguntas que nadie respondía: ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué y para qué? ¿De dónde vengo?
Un día, de golpe, comencé a tener mensajes telepáticos, con información precisa, sobre quién era y cuál era mi proyecto de vida. Estaba escribiendo mi tesis doctoral y comenzaron a filtrarse mensajes en el interior de mi mente, impidiendo continuar con el trabajo que estaba realizando.
¿Por qué yo? Me repetía incesantemente. Ni soy creyente, ni adicta a mensajes mesiánicos, ni experta en temas esotéricos, ni cabalísticos. La respuesta que obtuve del emisario fue: “Tú lo elegiste y pactaste antes de nacer”.
Sin poder remediarlo y como una catarata que no puedes detener, esa experiencia cambió mi vida, de forma radical, en el momento en que decidí “salir del armario” y compartir lo que me estaba sucediendo. Al poco tiempo, tuve que alejarme de mi profesión y dedicarme a investigar temas que desconocía para situarme en un camino nuevo que, poco a poco, fui entendiendo y asimilando. Me introduje en lugares misteriosos y enigmáticos para saber qué eran. Descubrí fraude, iluminados en posesión de la verdad, incongruencia, pero también, solidaridad, ayuda, y, algunas veces, sabiduría. Paralelamente a esas experiencias, sucedió lo usual cuando te sales de la norma; las amistades más cercanas, los familiares y pareja que siempre me apoyaron, esos compañeros de trabajo que batallaban por compartir el despacho conmigo, se ausentaron, dejándome huérfana de todo lo que tenía hasta ese momento. Llegó un día en que comprendí que estaba sola y, pocas veces, encontraba un caminante para compartir experiencias.
Algunos me preguntan qué aporta esta situación a mi vida, y la respuesta es: esfuerzo incesante, incomprensión y desencanto en algunas ocasiones, pero sin duda, mucha fuerza interior al intuir que tiene sentido este recorrido. Percibo que estoy en un territorio sin horizonte y repleto de arenas movedizas, donde no hay rumbo definido, ni lugar donde guarecerse. Pero, este circuito indefinible, me ofrece la posibilidad de encontrar la llave del misterio. Solo por eso, vale la pena seguir.
Un día, en esta brecha sin límites, descubrí un recodo, un hueco donde me protejo y, desde este cobijo decidí escribir sobre mi experiencia. Fruto de ello son los libros publicados. Desde este ámbito, y después de recibir el aliento y apoyo de mis lectores, muchos atardeceres puedo contemplar el arcoíris y eso me llena de esperanza. Mi profundo agradecimiento a todos ellos.
Las personas que asisten a mis talleres, me preguntan sobre la veracidad del material recibido. Siempre contesto lo siguiente:
Recibo información, vía telepática, pero no puedo saber si es cierta. Si acepto como válido el contenido, estaré en posesión de la verdad. Si lo niego, estaré en posesión de la verdad. Las dos opciones son peligrosas. Nadie posee la verdad, ni tampoco podemos negar una evidencia. Yo me muevo en la duda y la posibilidad, con la finalidad de debatir e investigar.
Después de más de 30 años de indagaciones, inquietudes, vacilaciones constantes, dedicación y estudio, he llegado a la conclusión de que el material que he recibido, a lo largo de este tiempo, es relevante por su contenido científico y que merece estudio e investigación. Un legado extraordinario que aporta luz a muchos interrogantes, a los que la ciencia no tiene respuesta, y que podrían ser la base de nuevas hipótesis a explorar, principalmente de astrofísica. Siempre he creído que barajando diferentes teorías y formulando nuevas preguntas, encontraremos otras respuestas. Para ello, es necesario expandir niveles de conciencia. Algo difícil de alcanzar a través de la limitada capacidad de nuestro cerebro razonador. Hace falta otro vehículo, otra mirada, otra actitud y otra comprensión de la realidad. Esa posibilidad la tiene nuestro cerebro, ilimitado e inconsciente, si lo sabemos utilizar.
Nunca supe lo que buscaba. Tampoco ahora. Tal vez, cuando lo encuentre, lo sabré. Creo que he ido y venido muchas veces. Siento que formo parte de ese origen innombrable e indefinible. Tengo la certeza de que siempre fuimos, somos y seremos, pero no tenemos memoria. Cuando la recuperemos tendremos respuestas, y esa será la última etapa de nuestro camino en este planeta azul.
Si has llegado hasta aquí, motivado por la curiosidad, y sientes que algo sobrenatural sucede en tu interior, lee mis libros y déjate llevar por el sendero de la posibilidad.
Marianna Escribano